IMPERDIBLES DE AZUL

Tierra y granito; llanura fértil y milenarias sierras. Allí donde las raíces aborígenes se entroncan con las de los pioneros en un paisaje que desborda pampeanía, se encuentra “Azul”, partido cuya cabecera homónima fuera denominado así como fruto de la traducción del nombre que los aborígenes pampas daban al arroyo Callvú Leovú. En el horizonte levemente ondulado los atractivos se suceden a cada paso; algunos son naturales y otros, culturales. A continuación te señalamos algunos de estos últimos, sugerencias que valen por sí solas un paseo por el centro de la provincia.

Casa Ronco

Parte de un complejo cultural junto a la Biblioteca Popular Ronco, el museo Etnográfico y el Archivo Histórico, la Casa Ronco, ubicada en calle San Martín 362 de la ciudad de Azul, cuenta con decenas de ediciones de Don Quijote y del Martín Fierro; los ejemplares que componen la colección Cervantina que alberga la casona y que fueran donados por Bartolomé Ronco fueron reconocidos internacionalmente por su valor cultural y testimonial. Por esta razón Azul recibe la nominación de “Ciudad Cervantina de la Argentina” por parte del centro Unesco-Castilla La Mancha en el año 2007.

Portal del Cementerio de Azul

Parte fundamental del Circuito del Arquitecto Salamone, el portal del Cementerio de Azul es una de sus obras más celebradas; construido en 1937, sus 22 metros de altura cuentan con características formales y expresivas únicas. Delante del cuerpo central en el que se destaca la inscripción RIP, elaborada con tipografía propia, se encuentra un volumen aislado: la escultura del Ángel de la Muerte, una obra escultórica verdaderamente impresionante.

Monasterio Trapense Nuestra Señora de los Ángeles

Ubicado cerca del paraje Pablo Acosta, a 42 kilómetros de la ciudad de Azul, su construcción se inició en 1958, siendo el único Monasterio de carácter medieval en la provincia. Pertenece a la Orden Cisterciense de la Estrecha Observancia, cuyo origen se remonta al siglo XI en la ciudad francesa de Cistaux. Sus miembros, conocidos comúnmente como monjes Trapenses, elaboran y comercializan productos regionales: mermeladas, productos aromáticos, de herboristería y objetos artísticos. También se dedican a la ganadería, a la producción láctea y a la apicultura.

¡Cultura entre las sierras!

 

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